jueves, 12 de julio de 2007

¿Cuánta Actividad Física es Buena para la Salud?

El estudio científico del ejercicio es un desarrollo reciente. En la última parte del siglo XIX los fisiólogos comenzaron a usar el ejercicio para perturbar los sistemas orgánicos con el propósito de entender mejor el funcionamiento fisiológico. De hecho, tres fisiólogos del ejercicio, Meyerhof y Krogh (metabolismo muscular), y Hill (fisiología del ejercicio), han ganado el premio Nóbel por sus investigaciones.



Durante los últimos 70 años, cientos de estudios han documentado el tipo y el grado de los cambios que ocurren con el entrenamiento físico en el músculo esquelético, el sistema circulatorio, la función pulmonar, el sistema cardiovascular, y la función endócrina. Estos estudios han sido realizados en jóvenes y ancianos, en hombres y mujeres, con diferentes protocolos de entrenamiento, y bajo diversas condiciones ambientales.


Los estudios de investigación realizados durante las últimas décadas confirman los beneficios que aporta a la salud la actividad física regular, un concepto con base en la edad antigua.

Los efectos de la actividad sobre ciertas condiciones de salud individuales, la dosis precisa de actividad requerida para beneficios específicos, el rol de la intensidad del esfuerzo, y la elucidación de los caminos biológicos por donde la actividad contribuye a la salud, son temas de futuras investigaciones. A pesar de que aún permanecen detalles sin esclarecer, se sabe que la actividad física reduce el riesgo de morbidez y mortalidad de varias enfermedades crónicas y que aumenta la capacidad física, lo que lleva a mejorar la función. La Tabla 3 (ver artículo completo) presenta la relación de la actividad con varias enfermedades, un juicio sobre la fuerza de la evidencia, y una determinación general de la cantidad de trabajos existentes. Los fisiólogos del ejercicio han recomendado, en general, una actividad relativamente intensa y un enfoque formal para la prescripción de ejercicios.


Estos datos apoyan las recomendaciones de salud pública dirigidas
hacia el grupo más sedentario y desentrenado de la población, y enfatizan en realizar al menos, una actividad física moderada. Si un grupo de adultos acumulara 30 minutos de caminata por día (o el gasto energético equivalente en otras actividades), ellos obtendrían beneficios en cuanto a la salud, clínicamente significativos. Un punto importante es que no importa que tipo de actividad física se realiza: deportes, ejercicio planeado, tareas domésticas, trabajo en el jardín, o tareas ocupacionales; todas ellas son beneficiosas. El factor clave es el gasto energético total; si eso es constante, las mejorías en la capacidad y en la salud serán importantes. Hay probablemente, 40 millones de adultos en los EEUU cuyos hábitos sedentarios los ubican en un considerable riesgo de morbidez y mortalidad por varias enfermedades. Estos mismos individuos también son más susceptibles de tener limitaciones funcionales, especialmente a medida que van siendo mayores.


El tamaño independiente del riesgo relativo para una perjudicada salud en personas sedentarias, y un gran número bajo riesgo, conduce a un obstáculo sustancial para la salud pública.

Este problema necesita de la continua atención de los médicos y otros profesionales de la salud, de los científicos, y de los establecimientos de salud pública.



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